Se acerca la temporada de calefacción y siempre se nos plantean muchas preguntas relacionadas con no perder confort en nuestra casa sin arruinarnos en el intento, por eso nos gustaría mostraros una lista con los mejores consejos para intentar utilizar nuestra calefacción lo más eficientemente posible sin perder calidad de vida:
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Dar a cada estancia el calor adecuado utilizando termostatos o cabezales termostáticos
La cantidad de calor que necesitamos no es la misma en todas las estancias de nuestra vivienda. Por eso, lo ideal es aportar a cada espacio el calor adecuado, en vez de tener la misma temperatura en toda la casa. Desde nuestro punto de vista podemos diferenciar las siguientes:
- Estancias frescas con temperaturas que rondan los 15º-18º, como pueden ser las cocinas, donde desarrollamos un cierto nivel de actividad física que hace que nuestras necesidades de climatización sean moderadas; pasillos, o espacios cerrados sin uso, que por permanecer poco en ellas se recomienda mantener una temperatura mínima pero no de confort.
- Estancias con un nivel intermedio de calor, como los dormitorios, que incluso las podríamos incluir como estancias frescas, ya que no son pocos los expertos que recomiendan temperaturas no superiores a los 17º en estas estancias, según la National Sleep Foundation (NSF), esto es positivo para conseguir tener una muy buena calidad de sueño. Es más, según esta organización, lo ideal es acostarse en «un dormitorio oscuro, fresco y libre de distracciones». La NSF concluye, por tanto, según recoge Best Life, que la temperatura ideal a la que debe estar la habitación puede variar desde los 15 º hasta los 19º.
- Estancias algo más calientes, que son aquellas en las que permanecemos habitualmente sentados, sin realizar ejercicio, como el salón-comedor o despachos. Cuando las utilizamos, mantenemos la temperatura entre 19 y 21°C.
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Salir de casa y apagar
Mucha gente cree que, para consumir menos, es preferible mantener una temperatura constante, o casi constante, las 24 horas del día. Quienes defienden esta idea argumentan que si la temperatura de la vivienda desciende, luego habrá que utilizar más energía para recuperar la temperatura de confort. Sin embargo, la opinión de los expertos es unánime: se gasta menos energía apagando la calefacción por la noche o al ausentarnos de casa que manteniéndola encendida.
La razón es sencilla, mantener una temperatura dada en el hogar (por ejemplo 20°C) exige un aporte continuo de energía, ya que la vivienda tiene pérdidas de calor, a través de los muros, ventanas o techos, que hay que compensar. Esta energía que el sistema debe aportar para mantener una temperatura dada será mayor cuanto más frío haga en el exterior… y cuanto peor aislada esté la vivienda. Sin embargo, a medida que la casa se enfría, las pérdidas de calor se reducen, ya que la diferencia de temperatura entre interior y exterior es menor. Cuando se apaga la calefacción, el sistema deja de gastar energía para compensar las pérdidas de calor. Y la energía que se deja de gastar es más de la que se necesita para recuperar la temperatura, sobre todo si por el ritmo de vida profesional que llevamos nos hace pasar la mayoría del tiempo fuera de nuestra vivienda. En este punto existen muchos matices como por ejemplo los sistemas de calefacción de baja temperatura como son las calderas de condensación, bombas de calor combinadas con suelos radiantes o similares, ya que normalmente siempre van a necesitar más horas encendidos para alcanzar las temperaturas deseadas, de ahí la importancia de la utilización de termostatos programables.
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Evitar pérdida de calor al ventilar
Los expertos en ahorro energético recomiendan abrir a la vez las ventanas de toda la casa, manteniendo abiertas las puertas que comunican las estancias. Las corrientes que se producen permiten que el aire de la vivienda se renueve por completo en unos pocos minutos. Este sistema permite reducir el tiempo de ventilación, evitando, en buena medida, que las paredes se enfríen (volver a calentarlas conlleva un consumo extra de calefacción).
En un informe encargado en 2012 por la Comisión Europea para valorar las posibilidades de reducir las emisiones cotidianas de gases de efecto invernadero mediante cambios sencillos de comportamientos, se concluyó que el cambio de la manera en que se ventilan las viviendas era la medida con un mayor potencial de ahorro entre todas las analizadas.
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Purgar radiadores y revisar caldera
Los radiadores de agua caliente ,los más comunes en los hogares españoles, precisan una tarea que se debería hacer cada año al principio de la temporada fría, como es la de sacar el aire que se acumula en ellos y que impide que éstos calienten adecuadamente. Es fácil y apenas lleva unos minutos. Hay que abrir el purgador que tiene cada radiador, estos suelen tener una hendidura que habrá que girar utilizando una moneda o un destornillador plano. Debajo del purgador hay que colocar un vaso, u otro recipiente para evitar que se vierta el agua. La válvula debe abrirse sólo un poco, ya que, de lo contrario, podría salir el agua a chorros. Cuando deja de salir aire y sólo sale agua, es el momento de cerrarlo.
Si se ha realizado el purgado correctamente, tras encender la calefacción, los radiadores se calientan en toda su superficie, los radiadores que tienen aire se suelen calentar menos en su parte superior.
Junto a estas operaciones, es aconsejable realizar una revisión y limpieza ( si procede) periódica de la caldera, ya que aparte de que éstas van a favorecer el incremento de la vida útil del aparato, van a garantizar el buen funcionamiento de la calefacción y por lo tanto favorecerán el ahorro o disminución de futuras averías.
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Revisa el aislamiento de puertas y ventanas
Un buen aislamiento térmico con el exterior garantizaría un ahorro considerable en energía.
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