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Antes de cualquier explicación, conviene recordar que para la combustión es imprescindible la aportación de aire, siendo por tanto la ventilación una de las servidumbres de todos los locales donde se instalen calderas.
Respecto a cómo se realiza esta toma de aire se distinguen dos tipos de calderas:
• Cámara abierta: la cámara de combustión está en contacto directo con el aire del local donde se instala el aparato, por lo que es preciso que el propio local disponga de entradas de aire.
• Cámara cerrada: la caldera dispone de un conducto que le permite tomar el aire directamente desde el exterior, por lo que la cámara de combustión no está en contacto con el local donde el aparato se ubica (cerrada). En calderas de hasta 70 kW está solución se desarrolló inicialmente para calderas de gas, pero en la actualidad también se ofrece para calderas de gasóleo, en el lenguaje común se han denominado como aparatos “estancos”.

Siguiendo esta clasificación, la principal diferencia entre las calderas atmosféricas y las estancas es que las primeras utilizan el aire del lugar en donde están instaladas para funcionar (cámara abierta) por lo tanto su cámara de combustión no está aislada. Las segundas lo toman del exterior a través de un conducto, produciéndose la combustión en una cámara herméticamente sellada, evitando así los problemas de seguridad que implica usar el aire de la estancia o posibles fugas de gases tóxicos a la estancia.
Las calderas atmosféricas ya están en desuso y han sido prohibidas por el Real Decreto de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE). Las personas que aún disponen de este tipo de calderas, deberán sustituirlas lo antes posible debido a razones de seguridad y por sus altos niveles de contaminación.
Para concluir, se pueden diferenciar dos tipos de calderas estancas, las calderas de Bajo NOx y las de condensación, siendo estas últimas las más eficientes del mercado.